“Mis hijo me dice siempre que no” versus “mis padres me dicen que no a todo”.
Los noes son necesarios, y además por ambas partes. Pero los NO “a secas” duelen. Éstos hay que saber gestionarlos, y aprender cómo aceptarlos desde el respeto cuando vienen de nuestros hijos e hijas.
Ellos están ensayando, están en su espacio seguro, en su “hogar”, donde prueban cómo poner límites.
Enseñémosles a negociar, y aprendamos cómo aceptar.